Salud Mental

La textura cognoscitiva del comportamiento

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José Luis Díaz

Resumen

El comportamiento forma parte integral de la cognición en el sentido de que sirve para las funciones de expresar, efectuar, adquirir y modular la información, haciendo de intermediario entre el organismo y el medio, así como de ajustador de los estados internos. De esta manera, la conciencia y la conducta son procesos estructurados que comparten propiedades y características fenomenológicas. Al ocurrir en un organismo vivo se pueden conceptuar como un proceso unitario que tiene como objeto al propio organismo y como objetivo su adaptación al medio ambiente. El presente trabajo tiene por objeto sustentar estas proposiciones con base en el trabajo empírico en ciencias de la conducta y en argumentaciones de orden epistemológico. El inventario de categorías conductuales y la capacidad motriz crecen en paralelo con la encefalización y la cognición de las especies. Consecuentemente, el simple conteo de la frecuencia con que aparecen las conductas simples difiere entre los diversos estados motivacionales. La unidad conductual y el movimiento, que constituyen nociones fundamentales en la conformación de la conducta, están dotados de elementos informacionales de amplitud, duración y tono muscular. Los movimientos son estructuras coherentes de acción muscular en referencia a una meta, la cual provee tanto de una dirección adaptativa como de una función recompensadora. La meta de la acción implica un plan organizador constituido por el enunciado, la evaluación de circunstancias, el diseño y el desarrollo de la acción. El plan se modifica plásticamente durante y después de la ejecución. Además, el movimiento está dirigido por la percepción, la representación del espacio, los programas sensitivo-motores y la configuración de la meta. En la conducta se ejecutan intenciones y planes más que movimientos musculares y, en consecuencia, lo que observamos tampoco son estrictamente los movimientos sino las acciones, es decir, las metas y las intenciones. Esto se pone de manifiesto por el hecho de que una misma acción puede ejecutarse con movimientos distintos. Sin embargo, es el análisis del movimiento mismo lo que permite descomponer y reestructurar la funcionalidad de las acciones. Además de las propiedades informacionales de sus elementos formantes, el comportamiento tiene una estructuración espaciotemporal gramatical o melódica, lo cual amplifica y organiza su campo cognoscitivo. Es así que las secuencias de la conducta tienen una configuración lingüística o melódica, además de que las unidades se presentan en ciertas amalgamas y ritmos, y están dotadas de un elemento cualitativo o connotativo que expresa su valor emocional. Finalmente, la propia integración del comportamiento de comunicación, más allá del contenido y las circunstancias de las señales y mensajes intercambiados, tiene una estructura que implica la existencia de factores cognoscitivos de conciencia e intencionalidad. Es así que la estructuración social de múltiples especies, con sus conductas diferenciadas según roles y rangos, las estrategias de ajuste de los individuos a su grupo a largo plazo, permiten la adscripción de representaciones cognoscitivas de orden social. Por estas razones podemos afirmar que la conducta es un indicador patente de actividades cognoscitivas, afectivas y en general de conciencia, lo cual permite adscribir procesos mentales a los organismos biológicos en relación con características específicas de su ejecución motora, como su repertorio, textura espaciotemporal, cualidad connotativa, plasticidad y función comunicativa. La conducta, junto con la conciencia y la actividad del sistema nervioso, forma un proceso unitario en esencia y plural en manifestación.
Palabras clave:
comportamiento, conducta, psicología